Aurea mediocritas...

Literatura, Relatos, Semblanzas

Bondiola se nos fue

Toni era un buen tipo.
Era más que un buen tipo.
No pudo irse él.
No así… Por beber.

Toni era un buen tipo.
A la botella aferrado.
Y le decían «Bondiola»,
tal vez nadie lo ha llorado.

Dando cuenta de un hecho aciago, tan amargo como el Monferrato y el Komari, recuerdo como si fuera hoy el día en que se nos fué «Toni», presumible y casi inequívocamente su nombre real era Antonio. Pero en la Sociedad de Fomento «Amigos y Vecinos Peronistas de Ringuelet» era «Bondiola», a secas. Así lo conocimos y así lo recordamos…

«Bondiola se nos fue» reza el título de este relato. Pero… ¿A dónde..?

Bondiola estaba siempre allí. Era casi como un mueble. Siempre en la misma mesa y con una botella de «Rojo Trapal» en una mano y un vaso Durax -marrón translúcido- en la otra.

Nadie supo nunca bien su historia.

Lo único cierto es que su parentesco con «Yiyo» (no sanguíneo sino que era el padrino de su hijo), otro de su generación y también catalogado de «esponja» por lo mucho que tomaba, le cayó como anillo al dedo para que se le endilgara ser protagonista de la milonga «Duelo Curda» -de Ernesto Cardinal y Jaime Vila, inmortalizada por el Negro Vidal- sobre todo porque cuenta la leyenda que una epilepsia lo puso en «situación de velorio» en dos ocasiones. De las que salió luego caminando…

Algunos dicen que no era de este planeta y una vez nos tocó comprobar una situación para-extra-sensorial (!?) que nos dejó a todos atónitos y pensando un buen rato… Digamos que el «buen rato», décadas después, continúa.

El estaba allí en su mesa de la Sociedad de Fomento «Amigos y Vecinos Peronistas de Ringuelet» cuando nosotros nos fuimos buscando otros rivales de mayor fuste para nuestro altísimo nivel de billar y casino.

Nos dirigimos entonces en la que años más tarde fuera mi Estanciera -por entonces celeste y blanca, pintada a mano y propiedad de Goyo- para el club «Defensores de Gonnet», a unos metros de allí. No muchos pero digamos que una treintena de cuadras largas.

Al llegar al club Bondiola, al que habíamos visto en la Sociedad de Fomento hace un rato, estaba allí… En una mesa orientada hacia el Norte Magnético -como solía posicionarse- y con igual bebida y vajilla que en Ringuelet.

Nunca hablamos del tema con la vieja muchachada -conocidos como «Los Mágicos del Billar»– pero a todos nos quedó anclada esta incertidumbre. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo y cuándo se trasladó? ¿De qué manera? Imposible… Aquellos interrogantes jamás fueron despejados. Como tampoco la duda ancestral de saber por qué razón se le apodó así, «Bondiola»…

@Rapote

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